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_____ _ d_e_Sigmaring'-a _ _____ 8_9 tregó al P. Juan de Krunwangen el manto, el breviario, el cordón y algunos otros objetos que usaba el Santo; todo fué llevado ul con· vento de Feldkirch. Algunos días después, los soldados católi– cos acudieron· en peregrinación a visitar el se– pulcro, y quedaron admirados al contemplar en él una flor desconocida, de rara belleza, que exhalaba delicioso perfume. Sometida al exámen de celebridades en botánica, confesa– ron con juramento que jamás habían visto una flor semejante, que era una flor milagrosa. Seis meses más tarde estaba en calma el Pratigau, gracias al valor de los austriaws y sobre todo a la protección de San Fidel. La diócesis de Coira y la Provincia Capuchina de Suiza aprovecharon esta calma para trasladar los restos del santo Mártir a un lugar más de– cente y accesible a la piedad de los católicos. En el mes de Octubre el P. Alejo designó cinco religiosos para ir a reconocer el cuerpo del Mártir. Allí encontraron la flor milagrosa, que cortaron con suma devoción. Al abrir el sepulcro experimentaron todos una viva emo– ción de felicidad. El cadáver estaba todavía fresco, como el día de su muerte y exhalaba un olor suavísimo. En el lado derecho apare– clan las costillas hundidas y rotas, una gran
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