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---- - - ------ 83 CAPITULO XXIII Manifestaciones de ultratumba !ENTRAS que el P . Fidel caía en Sel- janas a los golpes de sus asesinos, su hermano, el P . Apolinar, predicaba en aquella misma hora en Costanza, en la iglesia de los jesuitas, con motivo de la canonización de San Ignacio de Loyola y de San Francisco Javier. De repente sintió un dolor agudo y una fu erte opresión en la cabeza; le faltó la voz, iba de– bilitándose la respiración , y cayó en un sinco– pe. Vuelto en sí, continuó su discurso con la misma energfa que antes. Preguntado después por los religiosos qué le habla pasado, «pare– dame, contestó, que se me partía la cabeza y que me la traspasaban con agudos clavos.• Cuando llegó la noticia del martirio de San Pi– del , comprobaron que sucedió el fenómeno a la misma hora en que se cometía en Seewis el crimen sacrílego. Dios le había concedido al – guna parte de los sufrimientos de su hermano . Don Plácido Vigell, Abad de los Benedic– tinos de Mehrerau, amigo íntimo de San Fi-

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