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82 Vida de San Fidel ración. Pero volvamos a nuestro mártir. «Cuando hubo cesado el estrépito de las armas, dice un testigo, me dirigí al campo de Seljanas. Allí ví al Santo, tendido y ya mori– bundo. Cuando yo le miré deshecho en lágri– mas, levantó los ojos al Cielo, respiró profun– damente tres veces, y su alma voló a las eter– nas mansiones de la gloria. Después que hubo expirado, me acerqué y lo examiné más dete– nidamente . En la cabeza, cubierta en parte por el capucho, veíanse dos grandes heridas; otros dos golpes hatían herido la tibia de unll pierna, y su sangre enrojeció la tierra. , Dice la tradición que en el momento que expiró el Santo, brotó milagrosamente una fuente en el lugar de su martirio. Esta fuente no se ha secado nunca, y aun en nuestros días se la llama Fuente de San Fidel. Habí'ln escrito sus verdugos: •Hoy predi– carás, mas será la última vez » El Todopode– roso se ríe de sus negros deseos. Desde la tumba seguirá San Fidel sus conquistas, y su voz resonará desde el Cielo.
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