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de Sigmaringa 79 género de muerte que le esperaba algunas horas más tarde. Terminado el sermón, se arrodilló ante el altar, oró con gran fervor y levantándose lleno de valor, fué delante de la muerte a Seewis acompañado de·! capitán. ba– rón de Fels y de algunos oficiales y soldados. Caminaba con una alegrfa indecible, cual atle– ta seguro de la victoria, y llegó a Seewis ha– cia las nueve de la mañana.tEstaba la iglesia de bote en bote. Todos aquellos cora:r.ones palpitaban de una emoción feroz . Subió el Pa– dre Fidel al púlpito, y antes de empezar, es– tuvo unos momentos pensativo, absorto, como si le hubiera sobrevenido algún grave aconte– cimiento. Después de su muerte se averiguó que había encontrado en el púlpito un papel con estas palabras: •Predicarás hoy, mas este será tu último sermón.» Habló de la vanidad y del amor propio, demostrando que casi todos Jos pecados di– manan de estas dos pasiones de nuestra natu– raleza viciada. Oyóse de repente un ruido es– pantoso. Los soldados que custodiaban la igle– sia fueron asesinados, y una bala dirigida contra el P. Fidel, fué a dar en las paredes del púlpito, sin causar mayor daño. Víctimas del pánico los oyentes se dieron a la fuga. Bajó el P. Fidel del púlpito y cayó de rodillas

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