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de Sigmaringa 77 plazo para qlle cada uno manifestara al go– bernador s" 'lpinión acerca las prescripciones de la mbma. Este referendum era un camino más fácil y justo para librarse de su cum– plimiento. q"e no una manifiesta y sangrienta revoluci ón. Veamos más claramente dónde estaban los lobos, y d•'>nde los corderos. CAPITULO XXII Muerte sangrienta ~ t~)ECHA la proclama~ión de ~a Orden ~is'7t.f.f cipJ,naria en Luzem, tomo el P. Ftdel el camino d.; Grüsch. Ante el temor de alguna asechanza . qniso el gobernador darle una es– colta de s• oldados, mas el misionero no la ad- · mitió. Cot, todo, sin él saberlo, cuatro mos– queteros fuer ~n encargados de seguirle a cierta dis•ancia para acudir oportunamente en su auxilio, si los herejes intentaban acome– terle. El 23 tl : Abril, sábado, llegóse al P . Fidel

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