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--- - - - -------- - --- cienes políticas. Nada más natural. Aproban· do todos los pecados, exceptuada 111 incredu– lidad, abr!a la puerta a todos los vicios. Ya ·desde sus principios llegó a tal punto la co– rrupción, que alarmó a los mismos protestan– tes. «Poco podemos alardear de continentes: cada día vemos acentuarse más y más toda clase de corrupción.» (Saceril>). «El libertinaje ha hecho entre nosotros pro– gresos tan espantosos, que ya no se le mira como un mal, y aun llegan a considerarse los actos de disolución como obras de subido mé– rito .» (Hopenro ~ .) Basta con el testimonio de estos dos protestantes. El mismo Lutero veíase forzado a confesar: «Desde la predicación de nuestra doctrina, el mundo se vuelve cada día más malo, más impío, más desvergonzado. • La Reforma había introducido en el Priiti– gau todos estos desórdenes, y al igual que en otras comarcas infestadas de su veneno, pro– dujo en él revueltas políticas. No pudiendo conseguir los herejes que apostatase el go– bierno, trabajaron por derribarlo, siguiendu la norma trazada por Lutero: «Los monarcas, príncipes y señores que forman parte de la turba de Sodoma (de la Iglesia Romana) deben ser atacados con toda clase de armas. Hay que lavarse las manos en su sangre.» ¡Ay! el
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