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62 Vida de San Fidel de la milicia que los herejes tenlan acuartelada en Sus, recorrió los campos dando el grito de guerra. <Abajo el archiduque! > Un hermano suyo, predicante como él, obraba del mismo modo, y derribaba los altares. En Grüsch el predicante Bonarandi amotinó al pueblo de la misma manera. Otro, llamado Stoppan, se di– rigió hacia Mayenfeld, al frente de un pelótón de revoltosos y luchó contra los soldados aus– triacos. Herido de muerte, dijo antes de expi– rar: «La guerra de los federados es una gue– rra por la santa religión; por eso muero con– tento. > Los tres Padres, a pesar de su pasmosa ac– tividad. no bastaban a las necesidades siempre crecientes de la misión. El obispo de Coira suplicó al P. Provincial enviase nuevos misio– neros al campo de batalla en ayuda de los ve– teranos.
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