BCCCAP00000000000000000000234

_______ d_e_Sigmaringa 47 en cambio aquellas voces y gemidos dejában– se oir en el Convento de Capuchinos, hasta que un día se apareció Isabel radiante de ale– gría al P. Fidel y le dijo: «He sido ya liberta– da y me voy al cielo: allí rogaré para recom– pensaras. » Dicho esto desapareció. CAPITULO XIII El campo de batalla L cantón de los Clrisones, cuya parte nor– deste evangelizó nuestro Santo, es uno de los principales de la Confederación helvética. En 1425, Juan 11, Obispo de Coira, hizo donación del Priltigau con otros bi'enes al du– que Federico. El carácter de los grisones era irasc.ible, rayano en bárbaro. La Reforma encontró en los grisones terreno abonlldO para llevar sus frutos de perdición. Prontos a lanzarse al mal, los fieros Recios recibieron con entusiasmo una doctrina que abria la puerta a todos los

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz