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42 Vida de San Fidel ---- guraba la clase femenina. Queriendo evitar a miembros del Senado el embarazo de una cita– ción judicial, se presentó espontáneamente an– te la asamblea. Expuso con libertad su con– ducta; recordó sus deberes al primer magis– trado , pintó un cuadro del desorden de las costumbres y de la impiedad creciente, e in– sistió en la necesidad de poner un dique a aquel torrente devastador. Todos unánime' menle aprobaron su opinión. El Senado votó un reglamento destinado a contener el curso desbordante del lujo, del libertinaje y del des– precio de las leyes de la Iglesia; prohibió en absoluto la venta de libros 0 escritos contra– rios a la religión católica, y mandó inspeccio– nar la:'. librerías y arrojar al fuego todas las producciones de la mala prensa. No contento con esto, escribió el P. Fidel un optísculo titulado: De articalis fidei ca– tholicae para contrarrestar los efectos causa– dos por la prensa herética. Es incalculable lo que trabajó por la unión y paz de las familias. A él acudían todos en sus d:f~rencias como árbitro de notoria com– petePcia y jamás defraudó las esperanzas de las partes litigantes, mereciendo el dictado de ángel de paz. El cariño especial con que defendió siem– pre los intereses de los pobres oprimidos, le

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