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.. de Sigmaringa 35 --- ---··------'<-'-'----'"----------'- dulzura para los demás, sobre todo para los enfermos, a quienes visitaba con frecuencia y les servía en sus necesidades. Para hacer brillar en su vida esta conste– lación de virtudes, Fidel oraba sin ces'lr, si– guiendo en esto el precepto de jesucristo. No contento con las muchas oraciones que acos– tumbraba hacer la comunidad, dice Benedicto XIV, aiiadia él otras muchas partkulares, prin– cipalmente el oficio de la Virgen y el del P. S . Francisco. Llegó a tal extremo su devoción, que el por– tero del convento de Feldkirch, Fr. Meinrad, temiendo que su querido P. Guardián compro– metiese su salud por la falta de sueno, se to· mó la libertad de decirle: •Padre mio, es pre– ciso que modereis vuestra devoción y cuideis más de conservar vuestras fuerzas. » Su oración, ardiente y filial siempre que se dirigía a Dios, revestía el carácter de ine· fable ternura cuando la dirigía a la Santísima Virgen.

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