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----- -- ------------ 28 Vida de San Fidel rromeo. Un día, recibida de sus manos la sa– grada comunión, sintió en sí vivos deseos de alistarse en la Orden de S . Francisco, y no paró hasta conseguirlo del santo arzobispo. Fué durante cuatro años profesor y confes<r del P . Fidel. Veamos el testimonio que da de su santo discípulo. «ti P . Fidel poseía un iu i– tan maduro y tan clara inteligencia, que le dis– tinguían muy mucho de sus condiscípulos. De un humor alegre siempre y sereno, permitía adivinar que su alma sin ser escrupulosa, po– seía una rara inocencia. Atrévome a decir que, lejos de haber cometido pecado mortal , solo tenía que reprenderse faltas veniales muy li– geras. Su corazón ardía en fuego santo del amor a Dios y al prójimo. Todas sus palabras y acciones iban siempre acompañadas de una prudencia extremada y de encantadora modes– tia. En fín , sostengo que el P. Fidel era mo– delo de virtud; a mi modo de entender, muy superior a todos los religiosos .• Pa~emos a ver su obra en medio de los pue– blos que debía evangelizar. l_ _
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