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16 Vida de San Fidel obstante su completa libertad para hacer du– rante el viaje sus ejercicios piadosos. Dios, que facilita u sus escogidos los me– dios de cumplir su misión providencial, pare– ce haber dispuesto este viaje, para que el San– to tuviese ocasión de estudiar a fondo al ene– migo, por cuya conversión debía trabajar. Es– le euemigo era el protestantismo, cuyo cruel proselitismo había llegado a la sazón a su más alto grado de efervescencia. En Inglaterra corrió a torrentes la sangre de millares de católicos, seglares, sacerdotes y religiosos, sacrificados por la sanguinaria Isa– bel. No pocos fueron desterrados o arrojados en oscuros y estrechos calabozos. Llegó su fie– reza hasta hacer subir las gradas del patíbulo a su inocente prima María Estuardo. En Francia eran recientes las guerras en– cendidas por los hugonotes. Hablábase mucho de veinte mil iglesias destruidas, y de una multitud innumeral>le de sacerdotes, religio– sos y seglares horriblemente asesinados. «He ahí la obra de los protestantes, » decian milla– res de voces, expresando tristew. Marcos Roy debía encontrar más tarde en la Recia (1) los mismos horrores . · (1) La Recia era una región suiza que com– prendía el actual cantón de los Grisones (Suí-

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