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de Sigmaringa 15 venes caballeros que arrojaron de sí el cintu– rón y la espada, para ceñir su tosca cuerda. El pequeño convento de Capuchinos de Fri– burgo, con sus numerosos novicios acusaba de una manera sensible este movimiento religioso . De los jóvenes que recibieron el hábito capu– chino, muchos eran conocidos de nuestro San– to; algunos habfan sido sus condisclpulos; pero nadie impresionó tanto su alma, como uno que le dió el adiós para entrar en dicha Orden: era su propio hermano jorje. En 1604 trocó la li– brea del mundo con la del claustro, y dejó su nombre del siglo para llamarse P. Apolinar de Sigmaringa. CAPITULO 111 De viaje ...L barón de Stotzingen y su esposa, lleva– ~dos de su admiración hacia el apuesto jo– ven de Sigmaringa, rogáronle acompañase a su hijo en el viaje que con otros jóvenes aristó– cratas iban a emprender por diversos países de Europa. Aceptó Marcos, reservándose no 1·

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