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-------------- ------·--- 1_4_____ V}'!_a_de San Fid~-------- do. Una pureza angelical, unida a una modes– ta timidez, era el mejor adorno del joven es– tudiante. Sus ayunos eran frecuentes y rigu– rosos, y áspero sobremanera el cilicio que usaba durante la cuaresm8. Tenia muy presen– tes estas dos obligaciones del estudiante ca– tólico: oración y estudio. Tal fué el santo estudiante, de quien dice el barón Stotzingen en el proceso de beatifi– cación: "Yo no he observado en todas sus re– laciones y en todos sus actos más que una vi– da piadosa, consagrada al servicio de Dios y digna de citarse como modelo.» · Enterados los habitantes de Friburgo del copioso fruto espiritual que los Capuchinos habían recogido en Suiza, Austria, Italia y Francia, determinaron llevarlos a su ciudad. La provincia Suiza, correspondiendo a los deseos del pueblo, envió a Friburgo algunos de sus religiosos que fueron recibidos en triun– fo por las autoridades y el pueblo, tomando po~esión de su convenio el año 1601 con gran aplauso de todos los católicos. Los catedráticos de la Universidad apre– ciaron bien pronto la influencia que ejercía en los jóvenes estudiantes la vida austera y pe– ni lente de los Capuchinos. Muchos de ell os la abrazaron con amor y carii\o, y no faltaron jó-

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