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XI.-No agradecen mis beneficios 91 nn lugar seguro y al abrigo ae- Ioft d;udos. del des– agradecimiento! » Hazlo así. hermano mío, y no tengas un moti– vo menos grande que Dios en tus obras de ca– ridad. Conozco muchas pe·rsonas que, aleccionadas por la experi~ncia de la vida, se han re·fugiado en esas regiones altas del espíritu; y por eso ejer– citan los acles de amor y ayudan a su prójimo, constante e imparturbablemente. Si los imitas tú, salvarás dos cosas a un tiem– ¡::c, el mérito íntegro de tus obras de· caridad y la paz ó ~1 corazón. A nadie concedas el honor de ser el fin de tus acto~. a nadie; ni a tus amigos, ni a tus allega– dos, ni a los más íntimamente· unidos contigo con los lazos de la carne y de la sangre. ¡Cuántas veces he oído exclamar con acento de verdadero furor a pe·rsonas lastimadas y heri– das por la ingratitud de se·res naturalmente ama– dos. ¡Si fuera ahora! ... ¡Si fuera hoy!. .. ¡Si cier– tas cosas pudiera uno hacerlas dos veces!. .. Pues el que quiera no padecer desencantos, que cuide de no dejarse encantar; y el que quiera no sufrir desilusiones, que procure no ilusionarse, y el que quiera evitar la amargura de la ingrati– tud, que haga las cosas por amor de Aquel que dijo: Yo os doy mi palabra de que, el que diese nada más que un vaso de .agua fresca a uno de estos pequeñuelos, solamente por razón de ser discípulo mío, no perderá su recompensa.

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