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---~--XI.-N~~~~decen_mi s beneficios 89 ¿Recorres, como ánge·l de•caridad, las salas del santo hospital o del refugio do ancianos, para ha– cer allí el papel de padre o de madre de todos ellos? ¡Sublime. ejercicio, que te proporcionará consuelos indecibles! Pero vive dispuesto a en– contrar también en esos asilos de dolor, entre cien– tos de corazones agradecidos, algunos corazones ingratos. · Yo no soy pesimista, y me guardaré bien de afirmar que la mayoría de los mortales sea des– agradecida a los favores que recibe, porque creo que eso no es verdad; pero sé que el número de los desagradecidos es muy grande, y en nuestros tiempe~ es todavía mayor. Digo mayor, porque escritores séctarios han propagado e ntre los pobres la doctrina falsa y pernicic.:2. de que la limosna que los ricos -les dan no es obra de cáridad, sino una rigurosa resti– h.J.ción, largo tiempo demorada, de una cosa que algún día les robaron; y es to es causa de que muchos de ellos, al recibir la limosna, no mues– tran gratitud, sino la indignación de un acreedor a quien se le restituye tarde y mal una pequeña parte de lo que se le arrebató. Este ·es un hecho dolorosísimo, pero es un he– cho, como lo saben muy bien los que· se dedi– can, singularmente en !as p:>blaciones, a obras de beneficencia.

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