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XI.-No ag_~adecen mis beneficios 87 persona de la cual pueden decirse y se dicen es· las o parecidas frases: cHe ahí Ull hombre eme es el verdadero paño de lágrimas para este pue– blo. He ahí el amparo de todos los afligidos. No hay necesidad que no socorra. ni llanto que no enjugue, ni pobre de quien no se compadezca. •? Si hay felicidad natural en la tierra, creo que deberá estar en ser llamado, como aquel Empe– rador de Roma • el amor y las delicias del género humano•. Pero de !anta intensidad como el placer es la pena que se experimenta cuando nos hiere la in– gratitud; y por e sa pena. según me dices. está pasando ahora tu espíritu. Y te quejas con amargura; y llamas, sin duda, cien veces ingrato al corazón que no ha sabido corre-sponder a tus fine·zas. ¡Ingrato! Pero ¿te has dado cuenta, hermano mío. de lo que dices? Porque no hay palabra más improcedente que esa en labios humanos. No cabe duda que esa palabra expresa en mu– chas ocasiones un hecho verdadero; pero atut en ese caso ¿cómo tenemos valor para dirigir a na– die ese reproche, sin que se nos cubra el rostro de rubor, si respecto del Bienhechor más insigne. del Bienhechor por excelencia, que es Dios nues– tro Señor. vivimos nosotros, digámoslo así en un estado de constante ingratitud?

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