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IX. - Ha. sido mi.amor mal corresoondido 83 La tribulación lleva en sí misma la virtud de· hacernos- pensar y acercarnos a Dios; pero el des– encanto causado por un amor de estos mal co– rrespondido produce una reacción religiosa ver– dade·ramente formidable. Cierto que si el alma, víctima de una de es tas penas, tiene poca fe, lejos de volverse a Dios, se entre-ga a la desesperación, y hasta llega a tomar reso'luciones fatales. Pero cuando ese contratiempo recae sobre un alma verdaderamente criFJtiana, el efecto es infa– lible y siempre el mismo, y es que hace su apa– rición entonces ante el espíritu acongojado, atra– yéndolo fuertemente, el fiel. el verdadem, el an– tiguo amador, Dios nuestro Señor, que además de Criador, Redentor. Padre y amigo, es el verda– dero Esposo de todas las almas, y tiene para ellas y sabe propo-rcionarles-, junto con las dulzuras del amor divino, el placer puro y casto de los amo– res humanos. Cree en es tas. cosas, hermana mía, tú que es– tás ahora viendo, palpando y paladeando teda la vacuidad y la nada de los amores del mundo, y graba en tu mente esta verdad, que el co-razón humane tiene profundidades que no deben ser jamás poseídas más que por su autor que es e] mismo Dios; y así como la gran masa del agua . del océano está siempre tranquila, y solamente una pequeña cantidad cercana a la superficie está

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