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1: 1' t , . . ~ ___!_.6_ ____ _ _ !:_. Angel de __A_b_a_·r_z_u_za_______ Porque la verdad es que todas las criaturas, a las que consagr;1mos nuestro amor, pueden des– encantarnos y hacernos traición; pero Jesucris1o, jamás. A los veinte años se dice: estoy desengañado de tal hombre. A los cincuenta años se dice: es– toy desengañado de los hombres. Pero ¿quién, después de probar la amistad de Jesucristo, ha dicho jamás: esto-y desengañado de Jesucristo? Esa frase no se ha pronunciado todavia en la tie– rra y se puede jurar por su Corazón amantísimo y fidelísimo, q u e nunca se pronunciará con verdad. Cuando un alma, después de recorrer la ga– ma de laE- amistades humanas, como una mari– posa las flores de· un jardín, se posa por último sobre el pecho amoroso de Jesucristo, ella mis– ma avisa con la paz profunda de· que empieza a disfrutar, que ha llegado- al fin de sus deseos, y que· no necesita más. Se para, come la aguja imantada cuando mira al polo norte. Jesucristo, he ahí el gran amigo del hombre. Y no te parezca, hermano mío. que la amis– tad con ese ser finito e infinito, Dios y hombre a la vez, es unilateral, digámoslo así. y que al llamarle tú y comunicarle tus penas y pedüle ayuda y consuelo, ha de ser tu voz la voz del que

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