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Vlll.- Me han calumniado 71 que rodea a tu alma y la tiene agarrotada. · ¡Espantosa situación! ¡Hace falta ser un santo para conformarse con ella! Suele haber, sin embargo, almas fervorosas que parece que la desean; y al leer las vidas de esos grandes siervos de Dios que han sido· muy calumniados, por ejemplo, Santa Micaela del San– tísimo Sacramento o San José de Calasanz, qui– sieran verse en un caso parecido, creyendo que ellos también serían capaces de sufrir la calum– nia en silencio; pero padecen una ilusión. La prueba es que basta echarles· en cara la más pequ!l'ña falta, para que se defiendan en se– guida, . si no la han cometido. Lo que a ellos les fascina (sin que se den cuen– ta) no es la virtud heroica de esos Santos, sino la gloria humana que les resulta de haber calla– do, a pesar de la persecución. Todos aceptaríamoo el ser gravemente calum– niados, con tal que al poco tiempo se descubriera el error. y nos quedasen después muchos años de vida para que pudiesen las gentes señalamos con el dedo y decir: . He ahí un hombre grande que vió, sin defenderse ni inmutarse, el eclipse de su honor. Pero la verdad le ha vengado. Ya se ha descubierto lo falso de la acusación. • Esto es altamente honorífico y fácil de desear; pero soportar resignadamente y en silencio una acusación grave e injusta, sir¡,esperanza de reha-

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