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Vlli.-Me han calumniarlo 69 sentimos el pasar ni por un momento por natu– ralezas de orden inferior! Y lo ci~rto es que para conseguir el restable– cimiento de la verdad, cuando se nos acusa sin– motivo, casi nunca necesitamos defendemos. La verdad dice al hombre: •no 11;- defiendas tú; yo te defenderé; pero ten paciencia y déjame un poco de tiempo•. Napoleón decía: · El tiempo y yo contra otros dos•. Pero más exacto sería el decir: el tiempo y la verdad contra otros, dos. El tiempo que calma las tempestades del mar y las pasiones exaltadas, y trae nuevamente al sol que se ocultó, para que vuelva a iluminar la tierra, tiene también la_ misión providencial de defender a las personas acusadas falsamente. Millares de ve-rdades relativas a la conducta de los hombres, que han estado oscurecidas por algún tiempo, van saliendo sin ceEar a la luz, co– mo las burbujas de aire sumergidas en el agua suben hacia arriba, ganando la superficie, y sin que nadie lo pueda impedir. En todo caso, yo me permito aconsejarte, her– mano mío, que no dejes pasar esas- hermosas oca– siones de ejercitar la paciencia y la humildad y de adquirir grandes méritos para la otra vida.
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