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VII.-Murmuran de m1 61 seguro, y sobre la cual oigo a mi alrededor juicios contrarios? ¿Qué aprecio me han de merecer, y qué valor he de dar yo en ese caso a las opi– niones de los demás? Los hombres, te contestaré, se dividen en ma– .Jos y buenos, división que no es vulgar más que en apariencia, porque en realidad es transcenden– tal y durará tanto como dure la humanidad caída. Pues según sean malos o buenos, religiosos o irreligiosos los jueces de tu conducta, debe-S esti– mar o despreciar sus juicios. Y ¿cómo conoceré, me preguntarás dónde es– tán los buenos y dónde los malos? ¡Ay, hermano mío! En juzgar a un individuo podemos equivocarnos y nos equivocamos algu– nas veces; pero en juzgar al grupo, no nos equi– vocamos jamás. El grupo pequeño de las almas grandes, y el -grupo grande de las almas pequeñas están tan a la vista en cualquier aldea, en cualquier villa, en cualquier población, y es tan fácil el encontrarlos para cualquier hombre, por poco talento que ten– ga, como para un . ciego el hallar los objetos de su casa. Los hombres son malos por sus vicios y los buenOs lo son por sus virtudes; y las virtudes· y lo vicios suele estar patentes, como los frutos del árbol. ¿Son, pues, los buenos los que hablan mal

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