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60 _ _!':_ Angel de_Abárzuz_a_____ _ _ de mí? ¿qué piensan de mí? ¿cómo se juzga mi modo de proceder? Cierto es que hay personas desaprensivas, que desprecian el parecer y las palabras de los demás, y siguen sU: camino, sin hacer caso de nadie. Pero el número de ~stas personas es muy limitado. Y mejor es que sea así. Porque aunque la desaprensión sea ventajosa alguna vez, casi siem- . pre es una desgracia; pues de hecho, lo que suele suceder es que los desaprensivos extienden su falta de aprensión a cosas para las cuales. es conveniente y a veces obligatorio el tenerla. ¿Murmuran de ti, hermano mío? Pues reprue– ba esa murmuración como un pecado; pero da gracias a Dios de que eso te sirva de estímulo para entrar dentro de h mismo, y hacer un nuevo examen de tu conducta, que tal vez es censurable, y tú no lo ves, porque nadie es buen juez de sí mismo. ¿Es que se equivocan los murmuradt•res? ¿Es que después de examinarte bien, de nada malo te reprende tu conciencia? Pues en ese caso, si– gue la línea recta que te has trazado, y que nadie sea capaz ni de detenerte, ni de desviarte, ni de hacerte retroceder. Y ¿qué deberé hacer, me dirás si se trata de una gestión pública, de cuyo acierto no estoy

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