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~-6 ____ ~~Ange_!je~bárz-'--uzc_a ______ Agustín que Dios castiga a las ahnas con la ilu– sión y las. premia con la verdad. No es necesario tener ilusiones para poner en juego las actividades del ahna. Lo que es nec:e– &>Iio es tener un fin general que anime todos nuestros actos.' o lo que se llama en el lenguaje moderno, un ideal. ¿Y qué ideal debe ser este para todo hombre y singularmente para el cris– tiano? No hay más que uno, Dios y su gloria. Ese ideal es eterno, y cuando el ideal es eter– no, la ilusión es inmortal; mejor dicho no es ilu– sión ya, sino entusiasmo producido en el espíritu .por la contemplación de la verdad, y por consi– guiente, tan duradero como ella_ Al leer las vidas de los Santos, ¿has ·notado que empleen ellos en ninguna época de su vida, ni siquiera en la extrema vejez, el lenguaje de los hombres desencantados? Jamás. Su entusias– mo crece conforme se acercan a su !in. San Francisco de Asís decía a sus religiosos pocos días antes de su muerte: •Hermanos míos, aún no hemos hecho nada por Dios. ¡Empecemos a trabajar por su gloria! Vamos a empezar!• Y así hán sentido, han hablado y han obrado todos los héroes de la santidad. Debes observar además, que esa postergación que te aflige no debe de ser cosa mala, cuando el mismo Dios, al venir a este mundo, se poster– gó a sí mismo, viviendo oculto e ignorado la roa-
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