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. 50 P. Angel de Abárzuza Y confía y regocíjate, hermano· mío, }X>tque tu misma alma, si es buena, ha de producir algún día la liberación de tu cuerpo. Y para concluir quiero trasladar aquí un pasa– je de la Sagrada Escritura que parece que se ha escrito para consolar y animar a todos los encar- celados. · Es de los Hechos de los Apóstoles, y. dice lite– ralmente así: . Habiendo logrado prender Herodes a Pedro, lo metió en la cárcel, entregándole a la custodia de cuatro piquetes de soldados, con el designio de presentarle al pueblo y ajusticiado después de Pascua. Mas cuando iba. ya Herodes a pre&entarlo al público, aquella misma noche es.taba durmiendo Pedro en medio de los soldados, atado con ca- denas. · Y he aquí que de repente apareció un ángel del Señor, cuya luz llenó de resplandor toda la pieza, y tocando a Pedro en el lado, le despertó, diciendo: ·~vántate presto•. Y se le cayeron las cadenas de las manos. Díjole asimismo el ángel: Ponte el ceñidor y cálzate las sandalias. Y lo hizo así. Y añadió el ángel: Toma tu capa y sígueme. Salió, pues, y le iba siguiendo; bien que no cr-eía ser realidad lo que hacía el ángel, antes se imaginaba que era un sueño lo que veía.

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