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46 P. Angel de Abárzuza ____ :_____._ plegaria, y compadécete de mí. Estoy arrepentido de ese pecado por el cual me ha castigado la sociedad, y de otros muchos pecados de los cua– les soy reo delante de ti, sin que la sociedad lo . sepa. Perdóname, Señor, y extiende sobre todos mis crímenes el manto de tu i!lfinita misericordia, que yo estoy dispuesto desde ahora a regenerar- · me y a ser, no solamente un buen ciudadano, que esto es poco para mí. sino un buen hijo tuyo y fidelísimo obse·rvador de tu santa ley. Ora así. hermano mío, y sentirás luego brotar en tu alma una paz de la cual no tienes. en este momento ni idea siquiera, sin que sean obstáculo para ella ni los hienas de la cárcel. ni la estre– chez de la .habitación, ni las largas ho:ras de so– ledad a que te ves condenado. Ese es el caso de los mártires reduídos en prisión. Llegaban no sólo a consolarse, sino a go– zar en ella, mucho más que s11s perseguidores que andaban libres por calles y plazas, porque su fe y su amor de Dios. les convertían ~1 cala~ en una antesala del paraíso. Consuélate además pensando en nuestro Se– ñor que quiso pasar por la misma pena que l.e está torturando a ti. Parece providencial, y sin duda lo es, que Dios

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