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~-:--~tOY(!flla cárcel~ivado de libertad 43 una libertad y un gozo disfrutar de toda la cár– cel. Para el encerrado en la cárcel es gozo y li– bertad vivir en la ciudad; y para el confinado en la ciudad, sería muy agradable el poder recorrer la nación de una parte a otra. Una persona vive tranquilamente en su casa. y empieza a sufrir si le prohiben salir de· ella; no saldrá casi nunca de su pueblo, ¡}em sería para él una pena insoportable si le mandaran no au– sentarse de él; no traspasará jamás los límites de su provincia, pero 1~ sería muy aflictivo el con– denarle a no traspasarlos. Y he pensado alguna vez que si tuviésemos y usáramos de la facultad de trasladarnos de un astro a otro, sería para nos– otros penoso el que nos obligaran a no salir nun– ca del planeta en que habitamos. Pues he ahí. hermano mío, una fuente de re– signación para ti. Parece una sutileza filosófica, pero no lo es. Con la misma fantasía que te hace padecer puedes aminorar tu dolor. Y es que e-l espacio más o menos dilatado, no es necesario par¡i la felicidad del hombre. Unos pocos metros cuadrados le bastan a una persona para ser feliz, si ella quiere. Por eso suele decirse y es verdad que el que no sabe ser dichoso con el espacio que comprende el brazo extendido y haciéndolo girar en torno suyo, no es hombre. Es que el hombre ha nacido para una felici– dad que no tiene que ver nada con la extensión.
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