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!V.-Sufro una en"fermedad incurable... 41 Cuando dos individuos están vivamente em– peñados en una partida de juego, suele fluctuar indecisa la victoria durante algún tiempo; pero llega un instante en que la superioridad de uno de los contendientes se acentúa, y todos los es– pectadores le señalan con el dedo diciendo: ¡Ese va a ganar! Eso puedo yo decir ahora de ti, hermano mío. Tu fe religiosa. tu enfermedad incurable y el apartamiento del mundo a que ella te ha some– tido, orientan ya tu alma definitivamente a Dios. ¡Tú vas a ganar! ¡Vas a ganar la gloria del cie· lo! Yo me atrevo a suplicarte, enfermo mío que– rido, que cuando te veas en aquella región de paz y de luz, te acuerdes de los que en este mun– do han compartido cordialmente contigo tu dolor. aliviándc te> además en él; y que no te olvides tampoco del religioso, que en el retiro de su cel– da, ha escrito para ti estas frases de consolación y aliento. o

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