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. 1 _ 3_6 _ _____ P_.__ A'---n--'=g'---el_ d:_e__:_A_b__:á_r_z_uz_a______ ___ Por eso es providencia paternal s~ya general. el no llamar al hombre a Sí, sin el aviso de una enfermedad. Pues en esto, hermano mío, has sido tú singularmente distinguido. La tuberculosis se llama la enfermedad de los predestinados. El tuberculoso es el enfermito de Dios. Su fe religiosa, la visión tan anticipada de la muerte, y esa lucidez intelectual que acompaña al tuberculoso hasta el momento de expirar, dan como resultado, no una buena muerte, que esto es poco decir, ·sino una -muerte santa y preciosa a los ojos de Dios. Este es un hecho comprobado. Corporalmente, es el tuberculoso una lámpara que se apaga, no por una ráfaga de viento hura– canado, sino lentamente por falta de combustible de qué alimentarse; y espiritualmente, es un trán– sito tranquilo de su alma a los brazos de la mi– sericordia divina. La 'muerte es cierta para todos, hermano mío; pero es suerte tuya la hermosa preparación que le ha de preceder a la muerte con ese final di– choso que le espera. En ocasiones desfilará por tu imaginación, soli– citándola, ese mar de placeres y diversiones don– de van bogando libre y alegremente otros jóve– nes como tú; pero ese mar, hermano mío, tiene. sus tempestades, donde, al gozar los sentidos
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