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24 P. An¡¡PI cle Abárzuza cual la explosíón de un cartucho de dinamita ha– bía arrancado casi desde su raíz los brazos. ¡No poder hacer nada por sí mismo, tener que valer– se de los demás para todo, hasta para -lle-varse la comida a la boca! ¡Vamos, que esto es lo más . triste que puede verse! -¡Oh, Padre, me decía una enferma, cortan– do alhablar, no sólo las frases, sino las palabras, y dando un grito en cada respiración, estas son las angustias de la muerte! ¡Este corazón me as– fixia!. .. ¡Dios mío, esto es lo último! Lo último es nacer ciego y · vivir así- toda · la · vida, como encerrado- "n caverna oscura, sin ver el mundo ni a los hombref' . Lo último es sentir necesidad y gana de to– mar alimento, y no J:•oder tomarlo, sin experi– mentar dolores- agudos y molestias terribles. Lo último es yacer en plena juventud tendido sobre el lecho durante varios años, inmovilizado por reuma doloroso y pertinaz, oyendo desde allí el bullicio y la algazara de los compañeros de la misma edad, y sin poder sumarse a ellos, ni dis– frutar de las alegrías legítimas e inocentes de la vida. · Lo último es para cada enfermo... la enferme– dad que él padece. Pero esas enfermedades que se sufren en el mundo, y' esa enfermedad que padeces tú, her– mano mío, y . que te hace prorrumpir en quejas ¿son verdaderamente un mal?

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