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234 P. An¡tel de Ahárznza da a Dios tienen virtud para abrir repentinamente yo no se qué Puertas Eternales que dan vista a un mundo mejor, de donde le llegan al alma aíri· bulada rayos de luz ultraterrena, y dulces senti– .mientos de esperanza. Ese es, pues, mi último consejo, hermano mío ·que sufres. Ese consejo no es una palabra, ni una idea, ni una razón; es un Ser santísimo, es el mismo Dios que ha padecido por ti y mucho más que tú. * * ~: Anímate, además, pensando que todo pasará. Mientras yo escribo y tú lees, ya está pasando. El dolor .es transitorio. Solamente en el infier· ·no, es decir, allí, donde el amor es imposible, el dolor es eterno. · La vida de la humanidad justa y predestinada es la misma de Jesucristo, nacer, vivir, padécer, ser crucificado, morir, resucitar, y triunfar eterna– m ente. La noche que nos envuelve ahora está llamada -a romperse pronto en cien cataratas de luz. Dentro de poco los que ahora te persiguen ya no te perseguirán, la calumnia que te deshonra y atormenta, se disipará; tus dolores se convertirán -en placer, tu pobreza en riqueza, tu enfermedad

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