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------~~~:._::-Pa_~e¡o~,_I_':l_O ~é _ll_'?!_<_l_~~-- 219 no es esa su significación verdadera. La ilusión es un fenómeno de la inteligencia, no del cora– zón, y consiste en ver los cosas a una luz falsa, pero favorable aL amor propio. Es ver en los ob– jetos lo que no hay, y obrar conforme a ese con– cep:o equivocado; y eso es una desgracia para el hombre. Para desarrollar actividad, como te he dicho en otro lugar de este opúsculo, no es necesario tener ilusiones, es ·decir, errores; lo que hace fal– ta es un ideal, e sea, un objeto que, percibido por nuestra mente, se convierta en motor de nues– tros actos. Ese ideal es único, para el cristiano: Dios nuestro Señor. Esle es, pues, mi consejo, hermano mío: Si estás desilusionado, desilusiónate más, y si estás des&ncantado, desencántate más todavía. hasta vivir plenamente de la verdad, y no de las apariencias de ella. Esa tristeza peculiar que ahora sientes, tiene como origen el desengaño, y todo desengaño es doloroso; pero asi como hay dolores corporales que acercan a la salud, también hay dolores de espíritu que acercan a la perfección y. por consi· guiente, a la felicidad, y ese es uno de ellos. Ahora es cuando empiezas a vivir de veras. porque ves en el mundo nada más que lo que hay en él, y sabes llamar a cada cosa con su nom– bre. a la virtud, verdad, y al vicio, vanidad.
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