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194 P. Angel de Abárzuza Varias veces me ha tocado el dirigir la pala– bra desde el púlpito a un auditorio compuesto casi exclusivamente de personas que se hallaban · .en el ocaso de la vida, y siempre sentía entonces una emoción singular. · El peso de los años podía más que su curio– sidad y les doblaba la cabeza. · Pero en su presencia, e¡¡:perimentaba yo cier– ta envidia, y además, veneración; y las imágenes que acudían entonces a mi fantasía, recuerdo que eran siempre las mismas, el telón de un escena– rio cubriendo un bellísimo paisaje, el capullo os– curo de una flor a punto de abrirse, o la nube parda, conteniendo a duras penas los rayos del sol. que se le filtran por todas partes, y al fin han de triunfar sobre ella. Una cosa así me pa– recían mis oyentes. " ¿Sabes, hermano mío.. lo que te quiero decit con toda esta poesía'? Pues que, a pesar de todas las apariencias en contrario, léi felicidad está para llegar hasta ti. Cobra ánimo, pues. Acuérdate mucho de Dios, trasladándote ya con .el pensamiento al cielo, a donde estás destinado. Invoca mucho a la Santísima Virgen, frecuen-

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