BCCCAP00000000000000000000233

192 P. A~gel de Abárzuza dad. Pero como !u fin es Dios, Dios es el que -está cerca de ti. Tu lamento se convierte, pues, en una expre– ·sión magnífica, que lleva consigo mejor contes– ·tación que la que podría darte yo. Tú mismo te .la das. Deja que se aflijan los que están realmente cerca del Dios vivo, y no creen en El, o dudan ·de su existencia. Pero a ti que crees, amas y prac– ticas la religión, a li que aguardas por momentos Ia aparición de una vida mejor, le está prohibido el afligirle. Un niño, un joven en la flor de la vida, un hombre en la edad viril son siempre un interro– gante. ¿Cótno terminará su carrera ese ser que ahora empieza a vivir, o que está en la plenitud · de sus facultades? Nadie lo sabe. Es un problema sin resolver. Pero el anciano, cuando lleva vida cristiana, es un problema resuelto. Lleva el porvenir escrito en la frente . Su condenación es ya casi imposible. Apenas tiene que hacer o!ra cosa que extender la mano, y lomar el cielo que se lo van a regalar. Quiero decir, que con ·u~ ~Ínimo esfuerzo, su salvación es _segura. Y ¿qué felicidad hay que pueda compararse con ésta? La vejez le va incomunicando cada vez más con el mundo. Mejor para ti. Toá'os los pasos que

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz