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186 P. Angel de Abárzuza Las creencias no deben ápoyarse en la con– ·ducta de nadie, sino en la palabra de Nuestro Señor. Las verdades dogmáticas y morales son inmu– tables. Por eso es una ridiculez lo .que dicen algunos fieles al tener noticia de algún gran escándalo. •Esto hace perder la fe •. No, jamás hay motivo para dejar de creer a Dios. El Credo es verdadero, y seguiría siéndolo, aunque Dios no encontrase fe sobre la tierra. El Decálogo es santo, y lo sería. aunque toda carne corrompiera su camino. Las verdades religiosas son como las. pirámi– des que se alzan en el desierto en medio de un mar de arena. La arena se mueve pero las pirá– mides. no. . 7. 0 Por último debes tener presente que mu· chísimos impíos y herejes se han convertido a la religión católica en la última hora de su vida, y. en cambio, jamás ningún Católico ha abandona– do su. religión en esa hora suprema. Este hecho es decisivo, y vale él solo wr un volumen entero de Apologética. La muerte se ha convertido en un testigo más en favor de .nuestra Santa Religión.

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