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l.-Soy p,_o_b_r_e_ _ _ _ 15 * • • Además ¿no te consuela el pe!'sar qm. Dios.. al venir a este mundo y hacerse hermano nues– tro, eligió la pobre2a y- no 1~ riqueu, el establo y no el palacio, y que fué pobre su vestido, po– bre su comida y pobres sus padres? · Claro 'que Dios ama también al alma del rico (y más que a la tuya, si la suya es más virtuosa), pero no es ese el estado que escogió para sí; sino que se alistó en las filas. de los pobres, haciéndo,. se el primer pobre de la humanidad, para honrar y santificar la pobreu. Por eso no dijo nunca Bienaventurados los ri– cos, sino ¡ay de vosotros los ricos! ¡bienaventura– dos los pobres! Ni dijo: Bienaventurados ios que ríen, sino ¡ay de vosotros, que reís! y ¡bienaven– turados Jos que lloran! Cierto es que también los ricos se salvan, si quieren salvarse; pero necesitan reaccionar fuer– te y constantemente contra la tentación del orgu– llo, que brota en sus corazones con facilidad; y contra su oro y su plata, que, aunque no es más que iierra blanca y amarilla, como dijo un santo Padre, ee. tierra que· se pega a los pies y emba– rau la marcha por el camino del cielo. Más grandes serán sus méritos y su premio, si triunfa de todos· esos obstáculos; j:.•3ro tú, que no tropiezas con ellos, cuentas con mayores faci– lidades para con6~uir tu fin. '

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