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182 P. Angel de Abárz::JZ_a-;------,-~- distribuídos por el globo son parecidos al polvo disperso. La diferencia que hay entre el Catolicismo y el Protestantismo es la que existe entre un ejér– cito y una turbiÍ; entre un palacio y un montón de piedras. Y para confirmar la verdad de todo lo que voy diciendo el mismo Jesucristo aparece con frecuencia a defender la autenticidad de su obra. El. durante su vida, demostró su divinidad con milagros y con milagros demuestra ahora también cuál es su verdadera Iglesia. Jamás los hace ni los ha hecho para confirmar ni el Protestantismo ni el Cisma; en cambio pe– riódicamente, ayer, hoy y siempre, aparece su mano poderosa estampando su firma divina al pie de ese documento viviente que se llama la Iglesia Católica, Apostólica Romana. Cada milagro puede decirse qúe ·es como un Jesús que significa: Esta es mi Iglesia y ninguna otra lo es. CONSEJOS Voy a terminar este capítulo, dándote, en rela– ción con el estado de tu espíritu, algunos con– sejos, que confío han de hacerte mucho bien, si los pones en práctica.

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