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---· --- XXI_:_:::-Sufro ~orque n~engo fe 173 como dijo El mismo, •de los niños es el reino de los cielos•. Y los que; no quieren hacerse niños y humi– llarse y orar, ni, creerán ni se ~lvarán. Ora y creeras; cree y amaras; ama y serás salvo. Y aquí podría dejarte, hermano mío, seguro de de que la práctica de mis consejos te ha de llevar algún día al templo católico a reunirte con nos– otros. Pero tengo todavía cosas importantísimas que comunicarte.' Lo haré en forma brevísima, poco más que telegráfica. Confío sin embargo en que mis observaciones van a ser para ti como esos guiones metálicos que se alzan en la bifurcación de las carreteras, indicando al viajero por dónde se va a la capital, y a qué distancia se encuentra de ella. ·Has de saber, pues, que Dios, Creador de la Humanidad, nunca se ha apartado de ella. 'Desde que nuestros primeros padres recibie– ron del Señor el primer beneficio, el primer man– dato y la primera sanción, unida a una gran pro– mesa, Dios ha seguido en su camino al género humano, como un águila que fuera volando y

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