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.: ' _1_70_____ P_. _Angel de Abárzuza _ ___ Esto es trágico, pero a fuerza de serlo creo que pocas veces llega a ser real; por lo menos en su totalidad. Quiero decir que en el naufragio de ideas re– ligiosas, casi siempre suele salvarSe en el alma por lo menos una: la creencia en un Ser supre– mo, autor de todo lo creado. Siempre me ha parecido a mí imposible la existencia de ateos teóricos; a n o ser por un cas– tigo espantoso de Dios, que llega a sancionar crímenes enormes con esa ceguera del espíritu. De otro modo, no. · El necio dijo en su cora2Ón: no hay Dios•: p ero eso lo dijo un necio, y con el cora2Ón, no con el entendimiento; y en ese caso la frase •no hay Dios• equivale a esta otra: . Dios me estorba, _ y quisiera que no existiese• . Todo hombre es filósofo, y tan connaturales son en él las ideas de causa· y efecto, y la rela– ción de ellas entre sí. que le ·basta levantar los ojos al firmamento, para saber que Dios existe. Todo este aparato de la creación que nos ro– dea, anuncia al Creador. Y con mucho menos que eso basta. Un átomo es suficiente para demostrar la ·existencia del Ser infinito, porque para crearlo es necesario un infi– nito poder. o • • •

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