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XIX-Marchan mal mis negocios... 159 absoluta, y se oyen además allí ruidos. extraños, nada malo le puede suceder. No tiene que hacer otra cosa sino caminar en– tre las tinieblas, avanzando siempre; porque las tinieblas se irán disipando y al fin de ellas le aguarda él, y además grandes sorpresas. El niño, al recibir este mensaje de su padre, se siente invadido de dos emociones contrarias: teme y confía al mismo tiempo. Pero la confianza vence al temor, y. alentado por ella, se lanza a la empresa y toma el camino. A los pocos minutos de marcha, ya está el niño sumergido en las tinieblas. Su espíritu es entonces víctima de acciones y reacciones, que se suceden constantemente. Teme y espera; vuelve a temer y . vuelve a es– perar, pero sin dejar de caminar, pensando siem– pre en su padre. Las cascadas de agua que se precipitan en aquel antro misterioso, y los gemidos del viento rozando en los muros, le llenan de terror; pero re– acciona inmediatamente contra él. diciéndose: c¡Eso no es nada! Mi padre me lo ha dicho, y él lo sabe muy bien y además me quiere mucho.» Este pensamiento le anima para seguir cami– nando, hasta que comienza a notar que el fondo del túnel empieza a iluminarse; aquella luz au– menta gradualmente sin cesar, y por fin se dilíu– ja ya en el centro de ella la silueta del autor de

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