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150 P. Angel de Abárzuz~---------- mismo, pien!l<l en sí mismo y se olvida de Dios. Ese es el hecho. Parece una paradoja y no obstante es así: so– mos más valientes, tenernos más arrestos, para soportar la adversidad que la prosperid¡¡d. Ahora bien. El punto de vista desde el cual mira Dios las cosas es éste: ¿Qué es necesario hacer con esta alma, para que consiga una feli- ciclad que no termine nunca? ¿La envolverá el}. goces continuados, si en ellos se ha de perver- l tir? ¿L~ asegm·ará un éxito feliz en todas sus em- presas, si en estas condiciones ha de _disminuir. en ella el amor a Dios y el deseo del cielo? ¿En- viará indefectiblemente sobre sus campos el agua abundante y oportuna; le procurará amigos que le sean siempre fieles, le evitará todo dolor del . cuerpo y del espíritu; en una palabra, -le sembra- rá de flores el camino de la vida, si se ha de olvidar de la patria a donde se .encamina o debe ' encaminarse, por entretenerse a cogerlas? No; porque Dios ama, y eso no sería amar. Por eso, a los que preguntan como escanda– lizados: ¿por qué existe el dolor en el mundo? se les puede contestar: existe el dolor, porque existe el amor.

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