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XVIII.-Ha fallecido una.pers ma querida .. . 147 centrar muy pronto, el ser amado a quien lloras. El se acuerda de ti, créeme, y te ama mejor que tú a él; y lo que más.desea, o lo único que desea en este instante es que seas buen cristiano, para que vayas a juntarte con él en el cielo. Anímate, hermano' mío, con estas refleXiones, capaces de elevar el corazón más abatido y de enjugar todas las lágrimas. El muerto v'ive; vive y te espera en aquella patria f~liz. donde reanudaréis los dos esas con– versaciones íntimas y dulcísimas del hogar do– méstico, realzadas y sublimadas por la visión beatífica. Esta es la verdad para. todos, y también 1~ se– rá para ti, si tú -lo quieres, Levanta, pues, tus ojos hacia ese hermoso cie– lo azul y dí, lleno de confianza: ·Allí están mi padre y mi madre, mi harinano, mi esposo y mi hijo; y espero en Dios que pronto los he de ver, para no separarm.e de ellos jamás•. Y pensando en esto, alégrate en vez de llorar.

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