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XVIII.-Ha fallecido una persona querida... 141 para no separarse ya nunca? Pues ese es nuestro caso. Una despedida en el lecho de muerte es .una cita para el cielo; y, por consiguiente, verificada la separación, se puede llorar, pero desesperarse, no. Eso es irraCional y hasta ridículo. Santa Inés se apareció a sus padres que llo– raban sobre su sepultura, y les dijo: •No me llo-· réis como si hubiera muerto, porque vivo, y es– toy con mi Dios, a quien amé, cuando estaba en el mundo•. ¡A cuántos p(!.dres y madres les po– drían decir eso mismo sus hijos, si se les apare– cieran.! Ninguna madre llora, a no ser de satisfacción, cuando ve a su hijo tomar el tren para ir a la capital a ser coronado, o a entrar en posesión de una herencia, que lo va a enriquecer. Pues así son de inoportunas a veces nuestras lágrimas! Doramos precisamente. cuando es feliz, y se alegra, y ríe·, y triunfa el que es objeto de· nuestro dolor. No debes olvidar por .otra parte, hermano mío, que la ·persona que ha fallecido, dejándote En so– ledad, era también amada por Otro, que tiene so– bre ella·mayores derechos que tú, porque con su:
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