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"· 140 P. Angel de Abárzuza en los cielos, ya que la tierra te empieza a falta~. Dios está cerca de tí. como está cerca de todos. los qúe sufren. Siempre me ha parecido providencial esa ·Últi– ma visita que hace el dolor al hombre en los días de su ancianidad. Es. el más amargo de la vida; sin duda, porque Dios quiere precipitar su puri– ficación y ahorrarle al alma penas del purgatorio_ Piensa en Jesucristo. El ha dicho Yo soy el Alfa y el Omega, el Primero y el Ultimo. ¡Con– soladora verdad! El es el Primero, el que · se te apareció al amanecer de tu inteligencia y de tu corazón y de tu palabra. Y El es el Ultimo, el que– no se va, cuando todos se han marchado. Ya ves. No se ha ido. Ahí está, con lus b razo6 exiE:ondidos en la misma casa en que has pasado tu vida y, tal vez, en la misma alcoba en que na– ciste. Tómale en las manos, besa sus llagas y anima tu corazón pensando en él y en lo mucho que ha padecido por tí. Cree, espera, ama, resiste un poco más tiempo. que ya va a llegar el día en que esa casa ea que resides y padeces, será para t1 lo que el pe– ñasco para las águilas, el punto de arranque para lanzarte a las regiones de la luz, a cambiar tus dolores por alegrías, y la.S miserias de tu vejez p~r los triunfos y los goces de una juventud e te·rna.

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