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XVI. -Se han extraviado mis hijo< 131 me lo aconsejó mi· santa madre! • . ¡Mi buen padre! ¡Mi santa madre! Con estas palabras teTnÍsimas te han de nombrar. hermano y he-rmana mía, esos hijos pervertidos. cuando lleguen a la ancianidad, si tú desde hoy te reha– bilitas a tí mismo, cambias de conducta. y empie– zas a ser para ellos padre ve·rdadero. Cuando a un hombre le han predicado la re– ligión los mismos que le dieron el ser, puede todavía. ese hombre extraviarse, empujado y ofus– cado por sus pasiones; pero la lín~ que traza sn su marcha por el camino del crimen es siem– pre una curva, que vuelve sobre sí misma, y ter– mina donde empezó. Sale del seno del hbgar doméstico y vuelve a él; sale de Dios y torna a Dios. E>. ·la historia del hijo pródigo: formarse,. de– formarse, convertirse y salvarse. Por la misericordia de Dios, y para gloria y consuelo de la humanidad, creyente aunque pe- cadora, esta es la verdad. - Como el género humano es numerosísimo, nu– merosas. Eon también las excepciones; pero esa es, gracias a Dios, la regla general.

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