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' >' 122 P. Angel de Abárzoz~. · ;~:~~s::é :: q::ed~~:::~:asin:re::u: . . cristiano y oras y esperas, no padecerás tribula– ciones, porque entonces, por querer probar dema– siado, no probaría nada; .lo que afirmo es que tus tribulaciones sarán más pequeñas, p.:n-que las em– pequeñecerás tú mismo con la virtud. Esto no es Wl juego de palabras, ni úna suti- . laza. Es Wla verdad demostrada por la filosofía y por la experiencia. En la existencia humana, y más en un conjun- · · to de existencias como. las que suelen formar el hogar domé¡jtico, brotan las penas naturalmente; cuenta, pues, con ellas como con una cosa casi inevitable. Pero para soportarlas con resignación y para atenuarlas además, invoca en favor de tus hijos, a Dios nuestro Señor. que El te atenderá, porque ea Padre como tú, y sabe por experiencia lo que es tener un hijo y amarlo y ser amado de él tier– namente. Y no quiero terminar este capítulo sin añadir– le, como apéndice, una observación grave; impor– t<¡ntísima sobre toda ponderación.

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