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' " f.l . 110 P. Angel de A._b_a_·r_z_n_z_a____ _ _ Tenemos, hermano mío, un Padre que está en los cielos. Y, haciendo aquí un paréntesis glorioso. voy a añadir algo más, y es que, no sclamente tene– mos un Paqre que está en los cielos, sino además tenemos una Madre que tamb.ién está en los cie– los, la santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra. Graba, pues, bien en tu inteligencia, hermano mío, y mejor aún en tu corazón es.ta ve:dad, que no hay huérfanos en el mundo; y por consiguien– te tampoco lo eres tú, aunque a veces, por ' falta de reflexión, experimentes la sensación y el do– lor de la orfandad. Un párrafo exten~o podría ofrecerte formado con frases. pronunciadas por Jesucristo, para de– mostrar la providencia p.'ltemal que tiene Dios para nosotros. Y ¡con qué razones tan eficaces!, y ¡con qué imágenes tan bellísimas,! Fué uno de los temas favoritos de su predica-· ción. Es que previÓ' nuestra timidez y desconfian– za, y E~ propuso curarlas. • Todos los cabellos de vuestra cabeza, decía. están contados y ni uno solo caerá al suelo . sin el permiso de Dios. No os acongojéis por el cui– dado de hallar aué comer para sustentar la vida, o de dónde sac~réis vestidos para cubrir vuestro· cuerpo. ¿No vale el alma má; que el alimento y ·

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