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XIII.-No reina la paz en mi casa 103 tingencias variables de la vida. Son como embarcaciones sin motor y sin pih– to, que están tranquilas cuando está tranquilo el mar, y se agitan cuando el mar está agitado, por– que son las olas las que mandan en el barco, y no el barco en ellas. Esta afirmáción y e-sta semejanza son aplicables a todos, lo mismo a los individuos que a la socie– dad; y por tanto, también a la sociedad doméstic3.. Por eso, la familia no informada por las. virtu– des del cristianismo,. es un jugue•e de los acon– tecimientos prósperos ·O adversos. Cuando las cosas les suceden bien, arman una juerga estrepitosa, donde todos hablan, cantan y ríen, suprimida u olvidada la ley de las jerarquías (que en la familia de tipo moderno apenas se co– noce); pero cuando la desgracia llega (y llega muchas veces), aquel júbilo y aquella paz inesta– bles; porque no tienen por base la virutd, se con– vierten en una explosión de impaciencias y hasta de furores de un_os contra otros·, y, a veces, de todos co!ltra la divina Providencia. Solamente las familias profundamente cristia– nas gozan (aun en medio de sus tribulaciones) de la paz verdadera, porque solamente ellas tienen derecho a disfrutarla.

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