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XIII No reina la paz en mi casa JES es una desgracia tremenda, her– mano mío, para ti y para la familia de que formas parte, el que se haya ausentado de ella la paz, ese don del cielo, el mayor bien de las almas, después de la virtud. No hay cosa más hermosa de ver que una fa– milia unida por el cariño y gozando de tranqui– lidad. Aquel intercambio de amores puros, de mira– das afectuosas, de frases de atención y de rasgos de sacrificio hacen del hogar doméstico eso que llaman los poetas un idilio, e involuntariamente se .acuerda uno de los goces de la otra vida, al ver una escena de esas, tan llena de encantos. Pero hay un aforismo que dice que la cosa mejor del mundo se convierte en la peor cuando se corrompe, .y eso sucede en este caso.

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