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XII.- No segu í mi vacación... 97 Eles se le ve ocupada en adornarlos, sola o acom– pañada de otras jóvenes, a quienes dirige. Enseña el catecismo a los niños los días fes– Nvos, y quizá entre semana también. Si se anuncian Ejercicios o Misiones en la Pa– rroquia, ella se encarga de la propaganda, a ve– ces a domicilio o repartiendo hojas volantes, para asegurar el éxito de aquel acto de apostolado. Pertenece al Ropero Misional, y ella•es la qm~ lo pone todo en movimiento, confeccionando or– namentos sagrados, y enseñando y animando a las demás. Es de la Junta de Acción Católica Femenina, y la sostiene con su palabra, con su ejemplo y con su actividad; distribuye varias Revistas por el pueblo, y ella misma cobra el importe y lo re– mite a .la respectiva Administración. Hace en su casa vestidos para los niños po– bres, y no hay un enfermo en la parroquia, sobre todo si es necesitado, de quien ella no se acuer– de, y a quien no le proporcione el consuelo de una visita, de una limosna, o de una frase de aliento, o de las tres cosas a la vez. Es resuelta y atrevida con el atrevimiento de los que no temen más que a Dios; reprende a cualquiera que blasfeme de El, y defiende a la religión y al clero contra todo el que se atreva a atacarlos. El tipo que voy describiendo no es fantástico; 7

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